Su presentación en el cine es en 1972 en la película La semana del asesino, de Eloy de la Iglesia, en la que interpreta a un personaje homosexual que entabla una interesante relación con el protagonista. Su personaje no tiene nada que ver con la pobre y caricaturesca representación del gay que se veía en el cine español de la época, lo cuál no fue del agrado de la censura que se esmeró más en cortar partes de su papel que en los truculentos y violentos crímenes que se muestran.
En 1979 protagoniza Arrebato de Iván Zulueta, un título clave de la historia del cine español, una obra vanguardista y arriesgada en fondo y forma, sobre el poder del cine y la adicción a la heroína.
Tras colaborar con Pedro Almodóvar en Matador, vuelve a trabajar con el director en una de sus películas más míticas, La ley del deseo, en la que Poncela interpreta a un director de cine enamorado de un joven actor, Antonio Banderas, hermano de una mujer trans interpretada por Carmen Maura. Un film histórico con multitud de escenas que quedaron grabadas en nuestra memoria colectiva.
Trabajó con algunos de los directores españoles más importantes del momento, como Carlos Saura, Imanol Uribe o Pilar Miró mientras triunfaba en televisión con Los gozos y las sombras. Pero su adición a la heroína le llevó a desaparecer de la escena una temporada, en la que se trasladó a Argentina.
Allí surge otro de sus papeles más icónicos, el Dante de Martín (Hache), un pansexual que dejó una frase inolvidable: ¡Hay que follarse a las mentes! La película de Adolfo Aristarain estaba co-protagonizada por su gran amiga Cecilia Roth y supuso un regreso por todo lo alto.
Tras interpretar a un personaje gay en el debut tras la cámara del escritor Vicente Molina Foix, Sagitario, trabajó con una nueva generación de cineastas: Alex de la Iglesia, Juan Carlos Fresnadillo, Julia Solomonoff o Ray Loriga.
También ha estado muy presente en series de televisión como Aguila Roja o Isabel, destacando su carismático papel de propietario de un cabaret en la serie Merlí: Sapere Aude.
Y por supuesto en las tablas, presentando con éxito obras como El sirviente o El beso de la mujer araña, actualmente en gira.
Con una personalidad arrolladora, sus entrevistas son únicas y siempre dejan declaraciones sinceras y visibles.
Un ejemplo de un actor que nunca se ha mordido la lengua y que no ha temido encasillarse aceptando apeles arriesgados que son los que le han convertido ya en una leyenda de la interpretación.